lunes, 8 de diciembre de 2008

ARQUEOLOGÍA


De a poco se desempolva la historia aborigen de Manta
La mina arqueológica de Ligüiqui da testimonio de nuevos descubrimientos
“La población enfrenta el huaquerismo y solicita la presencia de Patrimonio Cultural para constatar los descubrimientos”

Sería un gran privilegio si la topografía de Ligüiqui hubiera sido descrita en las Crónicas de Indias cuando los españoles arribaron por las costas manabitas durante la conquista. Sin embargo, en la actualidad su espacio territorial está asentado en una planicie poco elevada, adjunta a un cordón montañoso que desemboca en el mar y un depósito indescriptible de tiestos (vasijas y cerámicas).

En su recorrido por la costa, descendiendo al mar y alejándose de la concentración poblacional que no sobrepasa más de las 300 personas, se evidencia un conjunto de elevaciones que dan la apariencia de inmensas contexturas rocosas que rematan en la espumosa y cristalina agua de mar. Es un verdadero paraíso y más aún pintoresca en un día soleado de verano.

La corteza terrestre está segmentada de dos tipologías de tierras, en su composición se halla removida varios tramos con tierra oscura (casi negra) dentro de la original. Esos agujeros tienen una secuencia medianamente distanciada y de forma ovalada, profundidad que coincide con las vasijas mortuorias de la Cultura Prehispánica. Su observación es notoria debido a la apertura del camino que se dirige al mar, cuyo desprendimiento montañoso da testimonio de los entierros aborígenes de una cultura que se asentó en el lugar.

Leonardo Alonzo, habitante de la comuna y estudiante del Colegio Municipal San Lorenzo es quien ha dado seguimiento al estudio de este tipo de descubrimientos. Él asegura que en la zona se sitúa un cementerio aborigen donde se enterraron a los muertos junto a sus enseres.

Los objetos y restos humanos datan de hace miles de años. Por su escasa medición de antigüedad y ayuda profesional se desconoce su tiempo cronológico dentro de la historia Preincaica. Probablemente por la extensión poblacional y los cuadros de piedras, sitios certeros de descubrimientos arqueológicos, son originarios de la Manteña.

En el recorrido que realizó el equipo periodístico de EL MERCURIO junto a dos miembros de la Asociación Fortaleza Manabita acompañado de Leonardo y otros dos guías nativos más (Víctor y ) se constataron varios hallazgos.

A escasos minutos del asentamiento poblacional cerca de la franja costera, hay una planicie con una altitud menor a los 200 metros. En su cúspide hay una plantación de arbustos propios de la región, en cuyo interior se hallan montículos de piedras a manera de terrazas en la que están adyacentes varios entierros.

A medida que se excava la tierra parece tornarse de un color amarillo grisáceo cuyo componente es arcillosa y pegadiza. Ante esta situación en anteriores excavaciones propiciadas por los mismos comuneros, muchas vasijas mortuorias no resultaron ilesas. Por su contextura frágil son fáciles de dañarse, material al que ellos (los comuneros) las denominan de barro malo. No obstante decidieron dejarlas en el sitio para evitar su desmembración.

Un Museo In Situs
Sin embargo, Dennis Palacios, miembro de Fortaleza Manabita, sugirió a los guías nativos que las piezas que aún permanecen en el subsuelo deben ser reservadas y que los más viable sería crear un museo in situs.

De esa manera, menciona, acrecentaría el turismo arqueológico en el lugar y se reactivarían otras actividades como la pesca, el ecoturismo y la gastronomía del sitio.

Él al igual que su hermano Luís, forman parte de esta organización recientemente creada con la finalidad de rescatar el material cultural de la provincia de Manabí y por ende fomentar su preservación.

Ambos coincidieron que el levantamiento de los montículos tiene una semejanza con los de Cerro Jaboncillo y de Hojas. Por ello argumentan que de acuerdo a las teorías de expertos en arqueología, la Cultura Manteña pudo haberse extendido hasta ese lugar.

Además les resultó sorprendente encontrar, durante las excavaciones, inmensas vasijas mortuorias en cuyo interior se hallaron restos humanos, pequeñas caracolas y petrificaciones marinas como huesos de pescado. “En el interior de los sepulcros, también se internaron piezas con decoraciones marcadas, narigueras, aretes y otras miniaturas elaboradas de concha”, señaló Leonardo Alonzo.

El sitio tiene una superficie plana en cuyo centro se aloja un inmenso agujero que sirvió de reserva hídrica para la población. “Muchos veníamos a bañarnos aquí”, sostiene.

En la elevación hay una estratificación en las terrazas de piedras y tiene una vista al mar. Los comuneros frecuentan el sitio ya que esa gran extensión de tierra pertenece a la jurisdicción de Ligüiqui. Se conecta con el gran cordón montañoso de la parte continental y abre paso a la desembocadura del río del sitio.

El joven guía menciona que la comuna requiere de un gran apoyo de organismos para que inviertan en la explotación turística de la comuna y por ende en la preservación de la arqueología para que los turistas visiten la zona y conozcan las piezas descubiertas.

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